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Assassins Creed: Insurgencia

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Assassins Creed: Insurgencia

I



La mañana tenía un hermoso cielo despejado, las nubes se alejaban dejando pasar los rayos del sol que bañaban la iglesia, las casas; algunos niños corrían y saltaban alegremente con sonrisas expresivas en sus mejillas que denotaban inocencia. Los mercaderes ofrecían sus productos a los marchantes y a lo lejos la campana de la iglesia sonaba llamando a todos a misa.

Pero no todo era calma, los vientos de cambio se hacían sentir en toda la nueva España. Desde la instauración de Jose Bonaparte en el trono español las colonias se encontraban agitadas. Brotes de insurgencia en algunas entidades se habían alzado y como se encendían se apagaban. El ejército realista mantenía ojos y oídos abiertos para capturar a los insurgentes. Manteniendo una tensa calma entre criollos y peninsulares, además un nuevo virrey se había colocado en el trono de la nueva España fiel a la corona.

Por las calles de Dolores un joven de cabello negro y que caía hasta su barbilla de piel apiñonada caminaba sin ninguna preocupación aparente. De ropas limpias y moderadamente elegante. El hijo de uno de los mercaderes medianamente a acomodado, solía pasar sus mañanas ayudando a una pequeña comunidad de los pueblos nativos.

Llego a la hora de siempre a su cita, saludo a una joven de piel un poco mas clara a la de él, ella le regreso una sonrisa claramente dibujada en su rostro -El padre Miguel ya ha llegado-
-no aún no. Tenía una reunión con el corregidor-
-ya veo- hizo una pausa para reordenar sus pensamientos -Bueno tomare a mi grupo y comenzare con las lecciones de español- se despidió y siguió su camino.

Reunió a sus alumnos, los condujo hasta un pequeño salón improvisado. Los saludo, tomo un cuaderno de color negro con la tapa ya desgastada era claramente que lo habían encuadernado varias veces. Comenzó a pasar lista -Anselmo- dijo sin levantar el rostro -aquí profesor- dijo un niño de piel morena con un español algo entendible. Francisco puso una paloma a un lado del nombre y siguió de esa forma con otros tres -Ángel Gabriel- dijo pero no obtuvo respuesta -Ángel Gabriel- repitió y obtuvo el mismo resultado que la primera vez. Alzo la mirada y observo mas detalladamente, el niño no se encontraba -¿Alguien sabe donde esta Ángel Gabriel?- los demás pequeños se miraron -Señor profesor- dijo un pequeño que era vecino del ausente -Ya no vendrá. El patrón le ha prohibido venir. Dice que mas importante que trabaje a que este aquí perdiendo el tiempo con sus tonterías- Francisco sintió una patada directa en sus testículos al escuchar semejante barbaridad -Bueno niños solo se habla así cuando no tienes educación, por eso ustedes están aquí para ser mejores que esas personas y por eso vamos a dar todo de nosotros para salir adelante- los niños le sonrieron.

-Ya en la tarde iré ha hablar con él padre de ángel Gabriel- se dijo para sus adentros y comenzó la clase.

La tarde comenzaba a caer en el horizonte, colores naranja se comenzaban a fundirse con el cielo azul.

Francisco de Navarrete camino por las calles de su amada ciudad disfrutando del aire puro y de la calma de la calle a esas horas.

Siguió por un buen trecho con paso firme y veloz -Si sigo por el camino tradicional no llegare rápido- se dijo, quería llegar con los padres de su alumno y hablar con ellos. Aún que de muy pocos recursos económicos eran de amplio criterio, sabia que si hablaba con ellos lo dejarían regresar a sus clases.

Tomo impulso y comenzó a trepar por una de las fachadas. Rápida y grácilmente subió hasta el tejado. Comenzó la carrera libre de techo en techo, de fachada en fachada. Con una habilidad nata que desde niño se presento, una facilidad para escalar o incluso caer y después rodar para evitar algún daño severo. Había nacido con esa habilidad y lo explotaba muy bien.

Llego hasta la humilde morada y llamo a la puerta, no tardo en obtener respuesta.

La puerta se abrió y dejo ver a la madre del crío -Señoríto Francisco- la cara de de la mujer se oscureció -Por favor márchese mi niño ya no estará con ustedes- la puerta casi se cerro, pero Francisco la detuvo -Creo que merezco una explicación- se escucharon palabras en su dialecto -Señoriíto márchese o nos meterá en mas líos- la puerta esta vez cerro por completo. Dejándolo anonadado.

Miro a su alrededor como si esperara que una respuesta le llegara del cielo. Después se unos minutos comprendió que ya nada podía hacer.

Comenzó a caminar por los territorios que la familia cuidaba y se encargaba de cosechar. A lo lejos miro a dos hombres con mosquetes, no portaban uniformes por lo que pensó que eran guardias privados
Los saludo amablemente -perdón ando algo extraviado. Soy Francisco de Navarrete- los guardias lo miraron y sonrieron maliciosamente -El maestro- Dijo uno. Francisco asintió con un movimiento de cabeza -El idiota que les dice a estos más idiotas que pueden ser algo- el otro añadió -Al jefe no le gustan los intrusos y menos los que son idiotas- escupió el primero y con el mango de su arma golpeo el estomago del joven. La saliva salio de la boca del adolorido, tendiéndose en el suelo -Crees que si le llevamos la cabeza al patrón nos de algo de oro por éste-
-Ya lo ya hecho antes- preparo su mosquete y sonrió.

Francisco comenzó a rezar y llorar al mismo tiempo. Solo quería ayudar a los demás y ahora en el cumplimiento de su deber estaba enfrente de su ejecutor.

De pronto el otro guardia se desplomo en el suelo, bañado en sangre -Que brujería es esta- Dijo el del arma, mirando a todos lados. Francisco miro hacia donde la maleza era mas espesa y como si viera todo mas lento que los demás vio una figura de un hombre con una capucha negra que salía corriendo y después con un gran salto apuñalaba al último guardia.

Se coloco aún lado del cuerpo del guardia -Descansa en paz- Dijo en un español con acento de extranjero, le cerro los ojos a sus victimas y le tenido la mano a Francisco -¿estas bien?- el veinteañero dudo -Calma, no voy a matarte. Mi deber es proteger a los que aún no encuentran la fuerza para hacerlo por ellos mismos- Francisco le tomo la mano y se dio cuenta que su salvador solo tenia un brazo y un ojo.

-Gracias- Dijo con duda -Soy Francis...-
-Francisco de Navarrete. El joven chapulín de la ciudad. Ya he visto un par de veces tu habilidad para subir por tejados. Eres muy bueno pero haces demasiado ruido. Tienes suerte que los realistas no te han visto o estarías preso o muerto-

-¿Me has espiado y por eso estas aquí?- encapuchado lo negó -Estoy aquí por que pretendo silenciar al “patrón” es sirviente de un enemigo mío - Suspiro hondamente -Pero me superan en numero y ya no soy el de hace 10 años- miro su brazo faltante -Es mejor que nos marchemos no tardara en venir otra patrulla.

Los dos salieron corriendo de la zona de batalla, en dirección a la la parroquia de nuestra señora de los dolores. Subieron hasta su cima. Para Francisco fue la primera vez que se le complicaba escalaran edificio, mientras su compañero era muy fluido en sus movimientos aún que le faltara un brazo.

Miraron en dirección de donde provenían para cerciorarse de que nadie los seguía o que se había emitido la alarma - ¿Quien eres?- dijo pausadamente debido al cansancio
-Jacques de Mosseu- hizo una reverencia - Y son un assassin o lo que queda de el y su orden- Francisco lo miro. con intriga -He escuchado cosas buenas de ti joven ayudas y no esperas nada a cambio de esos campesinos. Sigue así y puede que algún día obtengas una recompensa que te labre el alma en oro, pero pobre en moneda- Sonrió -Para ser un asesino eres muy extraño-
-No soy uno convencional. El nombre o significado de mi hermandad se distorsiono por nuestros enemigos. Nada de lo creas o de lo que se te ha dicho es verdad-

Francisco se quedo mirándolo sin comprender -Y si nada es verdad en que se cree o en que creen-

-En nosotros mismos, en nuestras acciones y por eso tratamos de ser mejores personas que nuestros enemigos-
-¡Matando?-
-Todo esta permitido. Pero no matamos a diestra y siniestra. Solo a aquellos que atentan a la libertad individual y se quieren aprovechar del débil y a ese débil le debemos enseñar a ser fuerte. La fuerza ellos ya la tienen solo tienen que descubrir- Miro al cielo, al horizonte rojo y negro -Como tu ayudas a tu forma ha ser fuertes a esos niños yo ayudo al que no puede blandir un arma y defenderse de un agresor físico- La poca luz que aún quedaba bañaba su rostro que se podía ver por debajo de su capucha -Nada es verdad. Todo esta permitido. Ese es mi credo, mi fe y aún que el seguirlo y serle fiel me ha arrebatado mi brazo y ojo izquierdo. He ayudado a muchos y ahora ellos tienen fuerza para ayudar a su forma a otros y eso es el brazo y ojo de mi alma- miro su miembro faltante - Aunque en la lucha lo necesité físicamente- Miro al joven - Ya es hora de que llegues a casa. Sigue por los tejados y no tendrás problemas- El asesino se acercó aún extremo de la iglesia se despidió y salto al vacío -Yo no me atrevo a eso- Dijo y comenzó a descender despacio por la fachada.
Primera parte


Historia propia, realizada en los momentos que no tengo mucho trabajo. 
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